Gemma Hurtado, CFA

Responsable de renta variable en Solventis «En el mundo de la inversión, cuestionarse es casi tan importante como el análisis que realizas para tomar una decisión» Gemma Hurtado, CFA, es una agnóstica de las etiquetas. Considera indiferente si una inversión es value o growth, porque lo que importa –explica– es si tiene sentido, si la compañía es capaz de adaptarse a los cambios y generar caja a largo plazo. Por eso cree que no ha habido una evolución en la forma de invertir; lo que cambia es el mundo.

Tiene una gran pasión por la psicología y su influencia en los mercados financieros. Le gusta observar, analizar las reacciones y los sentimientos humanos y le sorprende cómo las personas, siendo de la misma materia, toman decisiones tan diversas ante una misma situación. Si no fuera por los miedos y las euforias –reflexiona sutilmente–, no existiría la oportunidad, porque todos tomarían la decisión correcta y el mercado sería eficiente.

Licenciada en Matemáticas por la Universidad Autónoma de Barcelona y con un Máster de Matemáticas aplicadas a las Finanzas, Gemma lleva más de 20 años en la gestión de fondos de renta variable. Actualmente es responsable de inversiones en renta variable de Solventis. Además, es profesora en el Máster de Mercados Financieros de la Universidad de Barcelona y en el curso de preparación CFA en el IEF, y, recientemente, ha sido nombrada vocal del Consejo Ejecutivo de CFA Society Spain.

—Dicen que el éxito en la gestión de activos consiste en sobrevivir los primeros 20 años en el mercado. ¿Qué opinas de esta frase? ¿Qué es lo que más destacarías de tu aprendizaje a lo largo de tu trayectoria profesional?

—Pues me llevo una gran alegría, porque llevo más de 20 años y de momento sigo viva. El éxito en la gestión de activos llega a base de esfuerzo, constancia y un poco de suerte – hay que estar en el sitio correcto en el momento adecuado–. Principalmente, he aprendido dos cosas: a ser paciente –la paciencia es la esencia de este trabajo– y a cuestionarme las cosas y pensar de forma racional. Creo que ambas cualidades se pueden resumir en una: la humildad.

—A veces la ecuación entre la humildad y la convicción puede llegar a ser conflictiva...

—Sí, pero creo que el punto que une ese trade off es precisamente ese cuestionamiento. Es necesario tener convicciones, estar seguro de tus tesis y de los análisis que has trabajado. Y, sí, uno puede tener convicción sobre lo que puede medir. Ahora bien, a pesar del tiempo dedicado y del maravilloso modelo que puedas das tener para analizar una compañía, tienes que tener muy claro –y aquí es donde entra en juego la humildad– que puede haber un error en el planteamiento, especialmente en los principios que alimentan ese modelo. Por este motivo, es importante cuestionar tus tesis diariamente. Este trabajo es como ir en bici: si dejas de pedalear, te vas al suelo. Por tanto, tienes convicción, porque tu decisión está basada en el análisis, pero al mismo tiempo debes tener la suficiente humildad para saber que, a pesar de todo, puedes estar equivocado. La duda al fin y al cabo es una necesidad. Cuando llevas varios años de experiencia, te das cuenta de que cuestionarse es casi tan importante como el análisis que has llevado a cabo previamente para tomar una decisión de inversión con convicción.

—Has mencionado la paciencia y el pensamiento crítico, dos cualidades que quizás los más jóvenes no tengan tan presente. ¿Qué recomendaciones darías a los gestores que inician su carrera profesional?

—Pues sobre todo que disfruten. Esta es una profesión única con una amplitud de miras que muy poca gente puede tener. Normalmente uno está especializado en un determinado sector y controla sobre un nicho concreto. Por el contrario, un gestor tiene una visión transversal a todos los sectores con una mirada macro mucho más amplia. No todo el mundo tiene la capacidad de analizar todos los sectores, las empresas de cada mercado, las estrategias o los modelos de negocio que utilizan cada una de ellas… Esta visión global es fascinante. A pesar de la volatilidad de los mercados y la incertidumbre económica, que a veces no dejan dormir, muy pocas profesiones te dan la oportunidad de aprender cosas nuevas cada día. Por eso le digo a los jóvenes que la aprovechen y que disfruten.

—En un artículo comentaste que para invertir es conveniente fijarse en “la fortaleza financiera de las empresas, en la visibilidad de su cuenta de resultados y en que la generación de caja sea sostenible en el largo plazo y esté protegida por ventajas competitivas”. Esto recuerda a la escuela de Benjamin Graham y su discípulo Warren Buffet. ¿Crees que la “inversión en valor” sigue teniendo cabida en el mundo actual? ¿Ha debido evolucionar de alguna manera?

—Soy muy agnóstica de las etiquetas. Admiro a una persona como Warren Buffet, con un track record tan bueno y tan largo. Es sin duda un referente. Ahora bien, a mí me da igual si una inversión es value o no, lo que importa es si tiene sentido. Una compañía de calidad, con visibilidad de ingresos, con una ventaja competitiva que la hace diferencial por cuota de mercado, con un producto o servicio único, y que encima es capaz de adaptarse a los cambios y generar caja a largo plazo, siempre será una buena inversión. Creo que no ha habido una evolución en cómo hay que invertir; lo que cambia es el mundo. El mundo es un cambio constante y 2022 es un ejemplo de ello. Empezamos el año pensando que iba a ser prometedor y empezó la guerra de Ucrania y todo cambió. Cada día aparecen tendencias que no existían en el mundo anterior y que acaban siendo sistemáticamente extendidas a nivel global. Un buen gestor no busca invertir de forma distinta, sino que trata de invertir en las mismas compañías, aquellas que son capaces de evolucionar y adaptarse al cambio.

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