Andriy Bespyatov, CFA

Expresidente de CFA Society Ukraine «Ucrania es el granero de Europa» En la madrugada del 24 de febrero de 2022, Vladimir Putin anunció en televisión una “operación militar especial” en Ucrania. Pocas horas después, Kiev, Járkov y Odesa fueron bombardeadas. Como tantos otros ucranianos, la familia de Andriy Bespyatov huyó del país. Consiguieron refugiarse en España y, a pesar de la tragedia, comenzaron una nueva vida en un país que, en palabras de Andriy, es “acogedor” y “abierto de mente”.

Antes de la guerra, trabajó como Managing Director durante más de veinte años en Dragon Capital, una de las entidades financieras más destacadas de Ucrania. Fue presidente y vicepresidente de CFA Society Ukraine, y una de las primeras veinte personas en conseguir el certificado CFA en el país. Con una gran facilidad para los idiomas, además del ucraniano y ruso, habla inglés y español, y está aprendiendo francés y portugués.

—Tras la salida de la URSS, ¿cómo se desarrolló el sector financiero en Ucrania?

—En los 90 el sector era muy inestable y prácticamente inexistente. Cuando la URSS colapsó, la economía descendió un 50% y los exlíderes soviéticos tuvieron que crear un nuevo país y desarrollar una economía desde cero. Ahora que hablamos de la inflación, en 1992 la inflación en Ucrania superó el 2.000% y en 1993 el 10.000%. Nunca antes en la historia un país había tenido una inflación tan alta sin una guerra de por medio. Después, las cosas comenzaron a mejorar: se creó una moneda nacional y se desarrolló el mercado de valores ucraniano.

Cuando comencé a trabajar a principios de los 2000s, Ucrania todavía estaba estructurando la financiación del Estado. Desde entonces, el país ha tenido años muy buenos, con una gran afluencia de inversiones en empresas y ofertas públicas. Sin embargo, también ha vivido momentos de inestabilidad. En 2004 se produjo la Revolución Naranja [una crisis política fruto de la corrupción institucional y del fraude electoral], cuatro años más tarde nos afectó la crisis del 2008 y en 2014 vivimos la Revolución de la Dignidad, después de que Rusia se anexionara Crimea.

—Como profesional del sector financiero, ¿cómo fue tu experiencia en el desarrollo de la industria ucraniana?

—A pesar de que era un mercado muy pequeño, teníamos todo el futuro por delante y una oportunidad única de participar en la creación del mismo. En muchos países occidentales este hecho se da por sentado porque sus mercados de valores existen desde hace más de 200 años. Nuestro objetivo era ayudar a nuestros clientes a entender y superar los riesgos de nuestro mercado y ofrecer buenas oportunidades. Ucrania ha sido un mercado volátil, pero también muy atractivo.

Muchos clientes no lo veían así. Partían de una foto general, sin tener los detalles de lo que pasaba en el terreno, es decir, la percepción que tenían desde afuera no era del todo real. Si dominas la situación, conoces bien el contexto y sabes controlar el riesgo, se pueden identificar buenas oportunidades.

Esta experiencia me ha ayudado a entender otro tipo de mercados emergentes que tienen problemas similares como la corrupción o la inestabilidad financiera, que, a su vez, me ha llevado a enfrentarme a varios dilemas éticos. He aprendido mucho sobre ética. Cuando un mercado es joven, los casos de corrupción son habituales.

—Sobre lo que mencionas de los mercados emergentes, se intuye que los factores políticos y macroeconómicos son clave.

—Tuvimos un cliente que realizó una inversión en 2007. Diez años más tarde, tras una crisis mundial y una guerra en Ucrania, el valor de sus inversiones había caído un 90%. Nos llaman entonces para que les asesoremos. La cuestión es que en los mercados emergentes tienes que estar muy pendiente de tus inversiones. El seguimiento es clave porque en cualquier momento la situación cambia drásticamente.

—¿Cuál es la importancia geoestratégica de Ucrania? ¿Qué impacto tiene en la economía europea?

—En primer lugar, Ucrania es uno de los países europeos más grandes y sus fronteras son muy estratégicas. Es el granero de toda Europa y sus exportaciones de maíz, trigo y aceite vegetal son muy relevantes. También es un país clave de suministros energéticos. Tiene una muy buena infraestructura de carreteras, ferrocarriles y oleoductos. Además, tiene una cantidad considerable de hierro, manganeso y acero.

Uno de los sectores en auge –y que sigue creciendo a pesar de la guerra– es el tecnológico. Tenemos muchísimo talento en este ámbito. En general, estamos siendo una fuente de capital humano muy importante para Polonia, Eslovaquia o República Checa. Por ejemplo, en Polonia, país en el que hay más refugiados, casi el 40% de los ucranianos ha encontrado trabajo.

Tenemos que ser conscientes de la importancia que tiene Ucrania para Europa. En España queda muy lejos, pero los países colindantes –Polonia, Lituania o Rumanía– consideran el conflicto bélico una amenaza real. Es mejor gastar un euro ahora para el ejército de Ucrania que pagar 10 después, si Rusia invadiese otros territorios.

Estamos en un momento en el que los valores de las sociedades democráticas se están poniendo en duda, pero es el único sistema que puede luchar contra la propaganda que promueve la violencia y la discriminación.

—Antes de la guerra, las empresas ucranianas estaban muy ligadas a la actividad empresarial rusa. ¿Cómo es esa relación actualmente?

—Ucrania era parte de la URSS. Es innegable que hubo cooperación y vínculos entre los dos países. Sin embargo, la situación cambió en la primera década de este siglo cuando varias empresas ucranianas exitosas vieron limitada su actividad en territorio ruso.

Con la invasión de Crimea, el comercio exterior se redujo drásticamente. Rusia prohibió casi toda la actividad con empresas de Ucrania, excepto algunas críticas como maquinaria, alimentos y servicios de transporte de gas y petróleo. Antes de la guerra de 2014, las ventas a Rusia representaban el 30% de nuestras exportaciones. Seis años después, solo cerca del 5%. Por otro lado, las exportaciones a la Unión Europea crecieron rápidamente.

Pero los vínculos que una vez tuvo Ucrania con la URSS no sólo se limitan a la empresa. Las familias también están rotas. Lo peor de la guerra es la destrucción de los vínculos personales.

Una nueva encuesta en Rusia –soy consciente de que puede estar manipulada– afirmaba, a inicios del verano, que el 70% de los rusos apoya la guerra. Desafortunadamente, Putin lleva más de 20 años en el poder difundiendo propaganda que se alimenta del odio, el racismo y la violencia. Han repetido mil veces una mentira hasta convertirla en verdad.

Abrir entrevista completa