Lucía Catalán, CFA

Managing Director de Goldman Sachs «Estamos muy comprometidos en fomentar la diversidad en los consejos de las empresas en las que invertimos» Lucía nació en San Fernando, Cádiz, y vivió hasta los 16 años en el Real Instituto y Observatorio de la Armada, un centro científico fundado por el ilustre marino Jorge Juan en el siglo XVIII, dedicado a la investigación y a la difusión cultural. Procedente de una familia de marinos, su padre participó activamente en varias campañas científicas españolas a la Antártida, viajando por última vez al continente helado con 80 años.

En su casa siempre se ha hablado de ciencia —astronomía, biología, geofísica…— y de navegación, un tema recurrente en las reuniones familiares. A Lucía le encantaría ir a la Antártida, aunque reconoce que el mar de Hoces — bautizado así en honor al español Francisco de Hoces, quien fue el primero en atravesarlo en 1526— no es apto para todos los públicos. Amante de la mar, de los cielos abiertos y los horizontes infinitos, le apasiona viajar y conocer mundo: “Ese espíritu de libertad nunca se olvida”

Si no hubiera sido financiera, habría sido periodista, ya que “es una profesión que exige leer de todo y estudiar una gran variedad de temas”. Movida por la curiosidad, se entusiasma con la geopolítica y la política exterior, y disfruta mucho las biografías de personajes emblemáticos y libros de historia: “Los grandes inversores saben mucho de historia porque los acontecimientos suelen acabar repitiéndose”.

Lucía Catalán, CFA, lleva trabajando en Goldman Sachs casi 23 años. Comenzó en 1998 como analista y ahora es Managing Director de la entidad. Admite que no es fácil saber quién le ha influenciado más en la organización, pero Jim O’Neill, antiguo presidente de Goldman Sachs Asset Management, ex-economista jefe del banco y muy conocido por acuñar el término BRICs para referirse a las principales economías emergentes, ha dejado una huella indeleble en su larga trayectoria profesional.

Lucía arrancó su carrera en 1996 como Product Strategist en J.P. Morgan Fleming en Luxemburgo y se trasladó a Nueva York durante un año para seguir trabajando en la misma entidad. En 2004 obtiene el certificado CFA y en 2013 realiza el Master of Science de International Relations and Affairs en la prestigiosa London School of Economics, con una tesis sobre el papel que el Banco Central Europeo desempeñó durante la crisis de la deuda soberana europea. Es, además, licenciada en Economía y Administración de Empresas por la Universidad Pontificia de Comillas (ICADE).

Recientemente se ha mudado a Madrid y CFA Society Spain aprovecha su vuelta para conversar con ella sobre el sector y su trayectoria profesional.

—¿Quién es para ti Marcus Goldman? Me llama la atención que un inmigrante alemán, de familia humilde —su padre era granjero—, llegue a Nueva York, comience a trabajar como vendedor ambulante y acabe montando uno de los bancos más grandes del mundo.

—El banco digital que se ha creado recientemente lleva su nombre. Y este detalle es muy importante porque la compañía no debe olvidarse nunca de sus orígenes. Marcus Goldman emigró después de la Guerra de Secesión americana, como tantos otros que llegaron de Europa en busca de una vida mejor. Él no procedía de aquellas familias de origen germano-judío privilegiadas, que ocupaban los puestos de prestigio en el sector financiero. Tuvo que empezar de cero y consiguió un nicho: dar financiación a pequeños negocios en el Lower Manhattan. Se dedicaba a los análisis crediticios y actuaba como intermediario.

Goldman nunca pudo imaginar que su empresa se convertiría 150 años después en uno de los bancos más prestigiosos del mundo. Fue una persona con un gran espíritu empresarial, muy innovadora, y que trabajaba con pasión.

—Llevas 23 años en la entidad. ¿Qué es lo que más te gusta de Goldman Sachs? ¿Quién te ha influenciado más en la organización?

—23 años que han pasado rápido. Me gusta mucho la gente que conforma la entidad. En Londres he vivido un ambiente muy internacional, con personas muy profesionales que buscan la excelencia en su trabajo; he aprendido mucho. También admiro la cultura de la empresa, que es muy especial. Es una mezcla entre tradición e innovación, una combinación entre los ideales que nos preceden y que asentaron los fundadores, y los nuevos proyectos que se emprenden. Además, no es una cultura individualista basada en un sistema de estrellas, sino muy colaborativa. Goldman Sachs ha tenido éxito porque nunca se ha olvidado de dónde viene y porque sabe muy bien que no se puede quedar atrás, que debe estar constantemente innovando para estar a la altura de los cambios que se avecinen.

Respecto a quién me ha influenciado, son varias las personas que lo han hecho. Es cierto que aprendí mucho del economista Jim O’Neill, muy conocido por acuñar el término BRICs. Tuve un trato cercano con él. Transmitía su amor por los mercados emergentes, su pasión por el crecimiento de China o el despegue del consumo. Explicaba la economía de forma sencilla, con un lenguaje de calle, sin tecnicismos, como si estuviera narrando un partido entre el Barcelona y el Madrid.

—Luxemburgo, Londres, Nueva York, Madrid, Latinoamérica… Has recorrido las principales plazas financieras a ambos lados del Atlántico, ¿Qué diferencias hay entre una y otra? ¿Qué podemos aprender desde Madrid para posicionarla como líder del sector?

—Cada plaza financiera está muy ligada, a mi modo de ver, a la cultura de la ciudad. Londres, por ejemplo, es más internacional y tranquila que Nueva York. Por lo menos en los años en los que viví en esta última, pude apreciar un ritmo más trepidante. En aquella época coincidí con el problema de la deuda rusa en 1998 y la caída del fondo de inversión Long Term Capital Management, gestionada por antiguos “Premios Nobel”. Recuerdo esta etapa con mucha intensidad. Al final la experiencia de cada uno viene determinada por las circunstancias del momento.

En términos generales, para que una capital financiera pueda ser competitiva, tiene que facilitar la labor empresarial y fomentar el desarrollo económico. España tiene muchas cosas a favor: el clima, la cultura, las infraestructuras —tenemos aeropuertos que no tienen nada que envidiar—. Quizás algo muy importante y que ya se está logrando es el aumento del nivel de inglés en el país. Si conseguimos alcanzar los niveles de los países nórdicos, es probable que muchas empresas, atraídas por estas características que te estoy mencionando, vengan a España.

—Fuiste miembro fundador en Goldman Sachs de EMEA Third Party Distribution Team. ¿En qué consistía?

—Mis inicios en la entidad van ligados a la distribución a gran escala de los productos de inversión. Uno de los trabajos más destacables fue la negociación de las condiciones de los fondos Goldman Sachs en Allfunds. El hecho de que los bancos estuvieran abiertos a vender no sólo sus fondos sino los de terceros es un fenómeno muy reciente que lleva apenas dos décadas. En el año 2000 sólo había una entidad en España que vendía productos de terceros. Se creó por tanto un equipo para ayudar a los distribuidores a realizar esta labor.

—¿Qué ha cambiado en la gestión de activos? Algunas voces dicen que analistas, gestores y asesores serán reemplazados por “máquinas y algoritmos”. La inteligencia artificial está jugando un rol cada vez más importante en todas las industrias. ¿Qué papel jugará en el sector de la gestión? ¿Y el ser humano?

—En Goldman tenemos uno de los equipos cuantitativos con uno de los track record más antiguos de la industria. Se creó a finales de los noventa y en 2013 se incorporó el machine learning. Este equipo supone una mejora en cuanto a la eficiencia, la reducción de costes y la minimización de errores, y permite realizar una serie de análisis que antes era imposible. Se ha invertido mucho en las nuevas tecnologías, pero no se ha sustituido personal. De hecho, la plantilla ha seguido creciendo. Sí cabe destacar que cada vez hay más ingenieros, los cuales suman un porcentaje muy elevado de los empleados del banco.

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