Luis Buceta, CFA, CAd

Vicepresidente de CFA Society Spain «Los clásicos financieros hay que releerlos, es así como se asimilan de verdad» Luis es un lector voraz, con una curiosidad que explora más allá del mundo financiero. Reconoce con sinceridad que cuando leyó a los clásicos del Value Investing por primera vez —Graham, Buffett o Lynch— no entendió claramente cómo funcionaba. Con quién realmente comprendió a fondo esta filosofía de inversión fue con Seth Klarman, un inversor mítico, con su libro Margin of Safety. Afín a la escuela de Charlie Munger (socio de Warren Buffet), la prudencia es para Luis la virtud más estimable: se siente cómodo con negocios de calidad que generan buenos retornos de inversión a largo plazo. Dentro de esta escuela, admira a Terry Smith, gestor del fondo Fundsmith. Disciplinado —con cuatro hijos sólo se puede ser disciplinado—, pero consciente de que en la vida es muy sano no llegar a todo. Apasionado de su trabajo, rompe el estereotipo de financiero aburrido. Se entretiene igual con una novela que con una nota macro de la economía China. Rehúye de los tópicos; podría decir que su referente español es Francisco García Paramés, pero en realidad es un inversor value con mucha menos notoriedad en el ámbito público general: Luis Urquijo, actualmente Consejero Delegado de Muza Gestión de Activos SGIIC.

Luis Buceta, CFA, CAd, es vicepresidente de CFA Society Spain y Director de Inversiones en España de Creand Wealth Management, antes Banco Alcalá. Ha trabajado durante ocho años como Head of Equity Investments en BNP Paribas, fue vicepresidente de N+1 (lo que actualmente es Alantra) y comenzó como asociado en J.P. Morgan Chase & Co. en 1998. Estudió en su alma mater, la Universidad Pontificia Comillas ICAI-ICADE, Ciencias Económicas y Empresariales, y Marketing. Posee un Executive MBA por el IESE Business School de la Universidad de Navarra y es CFA Charterholder desde 2003.

—Tienes una experiencia profesional muy ligada al programa de CFA en relación a la gestión de activos. ¿Cuál es la evolución que tuviste desde que entras como analista financiero en BNP hasta que llegas a Director de Inversiones en Creand Wealth Management, antes Banco Alcalá?

—Yo empiezo en el mundo de la banca privada como comercial y poco a poco fui cogiendo responsabilidad de cuentas. En Chase Manhattan Bank había poca especialización dentro de la banca privada. El banquero se dedicaba básicamente a casi todo, era responsable de la gestión financiera y fiscal del patrimonio del cliente. Actualmente el negocio se ha profesionalizado y existe una separación más nítida entre la parte fiscal o patrimonial, la de gestión y la parte comercial más de relationship management.

Yo quería formarme desde un punto de vista técnico para trabajar en la gestión de inversiones. Dos o tres compañeros se apuntaron al CFA Program y me di cuenta de que esta certificación era la llave de acceso. Me costó bastante, porque los años que siguieron al 2002 fueron complicados, pero al final lo conseguí. Después de trabajar en N+1, me incorporo al equipo de gestión de BNP Paribas. Tenía la peculiaridad de que no me dedicaba exclusivamente a un solo activo, sino que estaba invirtiendo el patrimonio global del cliente. Aunque yo empecé con el activo de renta variable porque era el activo que más tiempo le dedicaba, era el que más me gustaba, tenía que vigilarlos todos y eventualmente debía responder a un comité de inversiones en Ginebra o en París con una visión más global. De ahí salté a director de inversiones, gracias a la oportunidad que me brindó Banco de Alcalá, ahora Creand Wealth Management.

—Has trabajado en corporaciones internacionales enormes como J.P. Morgan o BNP, pero también en empresas más pequeñas de perfil boutique como N+1 o Banco Alcalá. ¿Qué diferencias ves y qué ventajas tienen unas respecto a otras?

—Por un lado, están claramente las diferencias de la propia entidad. Este es un mundo muy identitario, donde la imagen de marca tiene mucho peso de cara a las relaciones con los clientes. Desde el punto de vista del contenido y del trabajo tampoco tienen nada que ver. En un banco grande tienes muchos más medios, más infraestructura para el desarrollo de tus funciones, pero también está todo mucho más burocratizado, es decir, que tu marco de actuación y de toma de decisiones, especialmente si los centros de decisión no están en tu país, es mucho más limitado. La visibilidad que tú tienes de cara a la organización no es la misma. Cuando estás en un proyecto más pequeño, hay mucha más capacidad de actuación, eres mucho más visible, y la facilidad y la capacidad para ejecutar las iniciativas que puedes tener son mayores.

La relación con el cliente también cambia mucho. Cuando estás en una entidad pequeña, debes diferenciarte en la propuesta de valor que ofreces. El servicio de la banca privada está bastante estandarizado, el asesoramiento puede reducirse a sota, caballo y rey, pero en algunas ocasiones es mucho más sofisticado y las posibilidades que puedes ofrecer al cliente son mayores. Las entidades pequeñas pueden focalizarse en ciertos nichos de clientela con mayor agilidad. En el caso de las bancas privadas internacionales, los recursos son enormes, pero la capacidad de adaptación y flexibilidad para lo que realmente necesita el cliente es mucho más lenta.

—Comienzas a estudiar el CFA Program en 2001. ¿Cómo era la situación de CFA Society Spain en aquel momento y cómo ha evolucionado en España?

—En aquel momento ni siquiera se llamaba CFA Society Spain, sino SAIP (Spanish Association of Investment Professionals). Mi primera interacción con la society fue cuando aprobé el examen y recibí el diploma en el Instituto de Estudios Bursátiles (IEB) de la mano de Juan José Tenorio, CFA. Allí no estábamos más de 40 personas. Cuando comenzaron con la formación y las clases de preparación para el programa, preguntaron si alguien quería ser profesor. Yo respondí. La sociedad fue creciendo y cada vez era más necesaria la colaboración de sus miembros. El expresidente Borja Durán, CFA, (2008-2012) comenzó a pedir ayuda para involucrarse en ciertos temas. Cuando había algo de prensa o cuando quisieron instaurar el Research Challenge, también levanté la mano.

—Eres CFA Charterholder y realizaste un Executive MBA en el IESE. ¿En qué se complementan y qué te ha aportado cada uno en tu carrera profesional?

—Se complementan muchísimo. El CFA Program es aparentemente muy específico del mundo financiero, pero luego no lo es tanto. Lo que pasa es que como tiendes a estudiarlo relativamente joven, al no tener experiencia, no te das cuenta de lo que estás asimilando. Cuando comencé el MBA, llevaba trabajando ya doce años. No es lo mismo formarte con doce años de experiencia que con cinco, con tres o con uno. Cuando te dedicas al mundo de las inversiones, lo que haces es analizar negocios, y el negocio no es sólo un tema de finanzas, es un ecosistema en el que está todo interrelacionado, desde la propia dirección de recursos humanos, pasando por comercial, marketing, operaciones, finanzas y, dependiendo del tipo de compañía, hay una parte más importante que otra. Si la empresa es muy intensiva en capital humano, los recursos humanos son realmente importantes. Si eres una compañía industrial, las operaciones son especialmente necesarias.

El MBA te ayuda a ver el negocio en su totalidad y te ordena mucho la cabeza. Cuando hablas de working capital y te preguntas qué está pasando con la compañía, por qué la generación de caja no está yendo como debería, el numerito que ves en el balance puede proceder de operaciones, de marketing y ventas, o incluso de cómo se está incentivando al equipo comercial. Tienes en cuenta todas las partes de la empresa para conseguir que ese numerito en el balance mejore. Si no tienes esta visión, te falta criterio para poder saber cómo va realmente una empresa.

—Eres responsable de Member Value en CFA Society Spain. ¿Cómo consigues generar valor para los miembros de la society?

—Lo que intento es ponerme en los zapatos del recién certificado que está empezando su carrera profesional. Es cierto que ahora la society posee una notoriedad mil veces superior a la que tenía hace veinte años, ya que ahora somos más de 1000 socios. Esto no deja de ser una comunidad, y la mejor manera de hacer networking es a través de los eventos, tanto profesionales como lúdicos donde la gente se conoce entre ella. Tenemos que dar un valor añadido más allá de los contactos y el mentoring. Nos esforzamos para lograr un gran sentido de pertenencia y para ofrecer contenidos de formación y eventos de calidad y actualidad.

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